viernes, 14 de septiembre de 2012

   Atravesando ese pasillo violeta de luces tenues, inhalando el aire viciado de humo, distinguiendo formas que hacia el final cobraban vida. Camino algunos pasos sin detenerse, despacio, sintiendo como el arco del pie derecho tomaba la forma del piso y luego el otro, pesados ellos pero no firmes, el humo ingresaba por su boca, agitada, y se mareaba por la falta de aire. 
   Con una mano adelante, el brazo extendido, buscando definir en las proximidades alguna presencia. Podía sentirla, estaba cerca. A pasos confundidos avanzaba por el pasillo, se hacía angosto, otro metro más y creía alcanzarla, y volvía a esfumarse. 
   Las ventanas cada vez más pequeñas comenzaban a esconder la luz que con sus hilos tejían su rostro, las mejillas inmóviles, el pánico plasmado en las pestañas, anticipándose a los ojos vidriosos que fijos observaban el final.
   Lentamente la oscuridad se hizo parte del ambiente, las rodillas temblorosas dudaban cada movimiento, y frente a su pecho una puerta surgió para terminar el recorrido. Dió media vuelta y nadie perseguía su rastro, volvió a hacia adelante y el misterio invitaba a arriesgar. 
    

2 comentarios:

  1. G-U-A-U.

    seguís con esa sensibilidad y esa descripción tan intensa.

    En este sentido no cambiaste nada...






    Seguí sin cambiar.

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  2. Volver a leerte por acá, es extrañamente hermoso, no nos perdamos y gracias siempre.

    Vos sabés, podremos estar locos, pero lo vamos a disfrutar.

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