domingo, 13 de febrero de 2011

Islas

Algunos creen que lo que nosotros medimos en realidad no es solo que se ve, sino que una parte se esconde bajo el suelo, aquello puede ser bueno o malo, depende de cada persona. 
De allí salen las teorías de los icebergs... las islas y demás cuestiones similares. 
Un iceberg se ve frío y pequeño en la inmensidad del océano, no lo encontramos a la vuelta de la esquina sino que navegando simplemente los podríamos cruzar y descubrirlos.
Las islas, por el contrario, son famosas en general, sabemos en donde están y muchos van a ellas por su atractivo; cálidas o frías, por bastante tiempo se encontraron en el mismo lugar... quietas y ayudando a que podamos acercarnos sin demasiado esfuerzo. 
Creo que es muy probable que seamos cualquiera de las dos, me serviría para fundamentar la tan repetitiva frase enuncia que nunca se termina de conocer al otro; sostengo también una vez más que en la mayoría de los casos nuestros actos se basan quizás involuntariamente por el miedo. 
No veo creíble que a conciencia elijamos ser o no una isla, sino que es algo así como un reflejo auto protector que nos impide demostrar la totalidad de nuestro ser nuestro potencial. 
Una visión casi utópica me permitiría afirmar que todos podemos ser islas tropicales, pero los propios miedos nos invitan a resguardarnos bajo el agua. El día que todos podamos llegar a ser nosotros mismos dejaríamos de ser bloques solitarios y pasaríamos a convertirnos en un gran continente. 
De estas perspectivas la más triste podría ser la del iceberg (si creemos en el hecho de que todos tenemos el potencial para isla tropical), esto implicaría que la totalidad de una persona sea helada y nadie es así. Disfrazarse de iceberg puede servir en alguna extrema situación, pero no como estilo de vida ya que no es nada productivo que todo lo que se nos acerque se termine rompiendo contra nosotros. 
Sería notable dejar que la belleza que dejamos aflorar al exterior sea la natural y lejos está de una mala elección dejar ver algo más. Sería excelente permitir que se observe todo lo hermoso que poseemos y sin congelar a nadie, es una forma de llegar más fácil a la posibilidad de crear esos mundos propios y poco nocivos. 
Se trata de ser y no de aparentar. 











miércoles, 2 de febrero de 2011

Apostar

Imágenes que se apropian de su mente, teléfonos que siguen sonando, diversas que cosas que hacen que él no pueda avanzar. Apostó mucho a lo que hasta ahora cree que fue una buena corazonada. Se suponía que iba a ganar, claro está que no era algo seguro, pero con toda su convicción aposto todo lo que tenla y hoy, siente sus bolsillos vacíos. 
Sobrevivió con poco, que algunos dicen que es mucho. El tiempo se fue pasando, cambiaron las estaciones, las miradas, las perspectivas y la ropa. Su capital no es mucho, aunque algunos crean que es bastante y ya es hora de volver a apostar. 
Comienza a tomar impulso, y es allí cuando se le recuerda de alguna u otra forma, todo lo que ha perdido. Es entonces cuando vuelve a meter las manos en sus bolsillos para sentir lo que tiene en ellos y las deja ahí para estar seguro. 
Después de varios intentos fracasados, ha tomado la determinación de no apostar todo en la misma jugada, si no que esta vez, dividiría sus bienes, dejando lo suficiente para invertir en cosas en los que se obtiene otro tipo de ganancia... de esta forma, si perdiera, no seria todo en esta nueva ocasión. 
Mucho o poco, todo o casi nada, de todas formas le costaba. No podía saber si estaba preparado, sólo podía hacerlo o seguir preparándose; lo único que si sabía es que no debía esperar demasiado, dejándose intimidar por esa nostalgia de lo que ya no estaba. 
Empezaba a pensar que la vida conspiraba en su contra, y que cada vez que quería hacer lo propio, iba a suceder algo que no se lo permitiera. 
Basta de pensar que eso, es probable que todos los movimientos que hagamos  sean por miedo. Por ello, no avanzas... pero no debería darte más miedo envejecer en el pasado o perder oportunidades? Quizás si, sea el momento de apostar.