jueves, 26 de mayo de 2011

lejos es no estar

   Mientras existían quienes compartían sus días, quienes los dejaban pasar uno por uno jurándose hacer cosas que valieran la pena, quienes disfrutaban de algún arte en el que se destacaban, quienes lloraban añorando una porción de su pasado materialista, quienes extrañaban lo que no fue, quienes se indignaban ante una realidad social nefasta, quienes luchaban por un progreso, quienes deseaban acercarse a lo que ya no está; también existían aquellos que deseaban lo posible, pero difícil de concretar. 
   Entre ellos, eran dos que se disponían a acercarse desde lejos. No estoy hablando de distancias geográficas, sino de distancias auto-impuestas por ellos mismos e impulsadas por un único motivo y fin. Sus caminos estaban destinados a cruzarse, y como dos imanes opuestos, se acercaban y casi de forma automática se apartaban bruscamente. Por cada encuentro, se seguían tres desencuentros, frustrados por sus propios límites, los que jamás utilizaban a no ser que el otro estuviera enfrente. Dos personas de esas que van chocando contra el mundo, que no tienen demasiados frenos a la hora de sentir, que simplemente se dejan llevar y le hacen frente a lo que tengan adelante... porqué no se estaban arriesgando esta vez?
   Aunque el deseo de concretar lo imaginario fuera fuerte por ambas partes, nunca se dieron las circunstancias en las que el impulso por realizarlo fuera mutuo, no habían formado parte de juegos histéricos con anterioridad y no pretendían hacerlo tampoco. Esta serie de acciones que iban conformando una historia, no eran más que la consecuencia de andar por la vida en carne viva, dando todo y más; era dicha filosofía la que los atrajo en un principio, pero es la que hace más fácil quemarse cuando se está cerca del fuego. Con la piel un poco más dura después de varios incendios, siguieron corriendo riesgos no tan grandes como el que encontraban en sus miradas. 
   Y ahora querían atreverse a darlo todo, pero no se atrevían a perderlo. Le cantaban al viento sus ganas de que el otro avasalle su vida, esperaban sabiendo que no perdían el tiempo, porque indudablemente volverían a chocarse, pero cuando el viento hacía efectivas aquellas súplicas, huían al ver que no podían evitar quedarse sin el abrigo, temiendo que el calor que irradiaba quien se fundía en sus brazos se extinguiera. Pasaban sus horas intentando acercarse sin perder la distancia que bien los había resguardado hasta el momento, buscaban una razón para poder animarse... buscaban una razón que habían escondido en la profundidad de la Tierra para que aún sin nada que los cubra el otro no pudiera encontrarla, ese motivo probablemente demasiado bello como para dejarlo a merced de alguien que pueda romperlo. 
   Era mucho más que un temor infantil lo que se interponía entre ellos, eran más que expectativas lo que sus entornos transmitían, era más que posible lograrlo, pero sólo ellos sabían que esta no era una historia más. 




















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