El vestido comenzó a ser una dificultad, si bien se había apegado a el, ya no se le acercaba mucha gente porque su imagen resultaba un tanto agresiva. Quienes se le acercaban también usaban ropa en mal estado, y no por la falta de convicción para cambiar de uniforme, sino porque esa realmente era su forma de ser. Las consecuencias de mostrarse oscura, gastada y solitaria cuando en realidad no lo era, empezaron a hacerse presentes.
Situaciones concretables se alejaban cada vez más, esperaba que alguien la invitara a pasear por el parque una tarde de sol, poder disfrutar de una conversación interesante y que quizás luego la noche la sorprenda entre risas y una almohada que palpite en su oído. Los deseos y las experiencias finalmente le demostraron que para que las oportunidades te choquen en lugar de pasarte por al lado, debes estar predispuesto.
Ese mismo día llegó a su casa y sin muchos preámbulos incendió el vestido. Se dio un baño caliente y cubrió su cuerpo desnudo con algunos colores que había abandonado en el armario. Cuando salio a la calle dispuesta a disfrutar de un simple paseo, a la vuelta de la esquina, él la avasalló.
Yo no quemé, pero tiré en el tacho de basura y sin pensarlo dos veces el vestido que compré ayer para ponerme anoche.
ResponderEliminarHay cosas que mejor recordar sin souvenires, ni trofeos.
:)
¡Por un 2012 con todo!
(sobre todo con blog nuevo!)
Gracias Geniaaa!!!
ResponderEliminarQue empieces un excelente año, promete las mejores experiencias, a vivirlas!
Un abrazo enorme