miércoles, 25 de julio de 2012

vomitar


   Nunca estuve a favor de la mediocridad, esa forma rutinaria y superficial de encarar la vida, de cumplir con objetivos monótonos que solo llenan los bolsillos, una pared de diplomas, un cajón de papeles que alguna vez fueron cartas auto escritas, incentivando a romper con las cadenas de plástico que te atan, pero sin el valor necesario para soltarte.  
   No tengo en mis manos más verdad que la mía y con ella a cuestas transito lugares que jamás me imagine que estuvieran en mi camino, pero están. Me hago cargo de cada una de mis falencias, discuto conmigo, me perdono y salgo otra vez a tropezar, me caigo y me raspo las rodillas, sangro hasta que una cicatriz me recuerda que no debo caer de la misma manera. 
   Tengo la consciencia tranquila, trato de no obrar mal, de procurar el bienestar de los que me rodean, por lo general antes que el mío, hasta que digo basta. Quizás demasiado tarde, nunca demasiado temprano. 
   La realidad se encarga de tirarme baldazos de agua fría bastante seguido, creo que tiendo a perderme en canciones que tapan su voz, a veces mi cabeza se eleva muy alto y se olvida de que los pies siguen sujetos al piso, y termino desmembrandome. 
    Supongo que a veces mi verdad es suficiente no solo para mi, sino para terceros también, que optan por callar las propias, o quizás las canciones de las que hablaba no me dejan escucharlas.
   Más allá de eso, creo que muchas personas están más cerca del nefasto discurso de eterna presentación, insoportablemente agradables, hasta que en algún momento caen los muros que separan a mi persona de la ficción. 
   Tiendo a repreguntarme muchas cosas, de hecho ahora me repregunto: de verdad querés escribir todo esto? Sucede que es mi medio de expresión, y no con vos sino conmigo, y no tengo ganas de contar historias. De hecho anhelo la esperanza de que todas las personas encuentren un medio para expresar lo que piensan y sienten, aunque sea consigo mismo y no acumular tantas cosas reprimidas que después estallan. 
   Me tocó ver de cerca a la perversión de algunos, y nunca voy a entender a la gente así. Y en esos casos, surgieron de personas que reprimían tantas cosas adentro, sobre todo negatividad, que terminaron reventando de la peor manera, buscando la manera de sufrir como medio de liberación, haciendo sufrir a otros como objetos de sus planes psicópatas. Quiero un mundo con menos gente de mierda, quiero mi mundo con menos gente de mierda. 
   También conocí gente en mi camino, que precisamente construyeron eso conmigo, un camino. Algunos como postas a las que fui llegando, otros que me ayudaron a sacar el agua que se acumulaba en el bote cuando estaba a punto de hundirse. Y a ese camino lo construimos con sinceridad, compartiendo mundos parecidos o muy distintos.
   Tuve muchos cruces en mi vida, con seres de los dos tipos, y todos me dejaron algo que aprender, muchos me siguen acompañando y aún así tengo la recurrente sensación de soledad, siento a un mundo indiferente, sin presencias físicas o abstractas. 
   Estoy en contra de la agresión, de las diferentes formas de violencia y más que nada la que implica golpes mentales o a los sentimientos, veo terroristas emocionales por todos lados y cada vez entiendo más, y cada vez entiendo menos. 
   Reflexiono bastante sobre el concepto de la felicidad, no sé si realmente existe, creo que podemos pasar momentos felices plagados de sensaciones que nos elevan, pero no logro descubrir como se hace para conservar esas sensaciones sin que se fuguen cuando tardás unos segundos más en pestañear. 
   Supongo que todos tenemos y tuvimos oportunidades para ser felices, pero entonces porqué las dejamos ir? Dudo ante la idea de que seamos tan masoquistas y caigo en la premisa de que nos estamos preparando para algo tan incierto como ideal. 
   Me sorprende la facilidad con la que perdemos la inocencia y lo difícil que es volver a encontrarla. No me parece que perder la sensibilidad sea parte de ser adulto, ni que ser receptivo a tanta belleza que tenemos alrededor cueste tanto.
   Puede ser que el miedo no nos deje tomar decisiones, que no nos animemos a cambiar, aunque ese cambio conlleve la posibilidad de estar mejor. Desde lo personal, puedo decir que no tengo la certeza de que arriesgar tanto sea la mejor opción. 
   Siento que todo alrededor cada vez es más efímero, tanto que resulta hostil salir. Lucho contra el impulso de encerrarme pero me niego a la idea de caer en el morbo o la banalidad. 
   Cuanto más tiempo pasa, cuantas más experiencias vivo, menos tolerancia es la que tengo con lo que va en contra de mis principios, entiendo que todos somos distintos, pero lo que antes podía llegar a generarme angustia ahora me genera rechazo. 
   No me gustan las vueltas, yo no las doy y no me gusta que las den cerca mío, sostengo que es una actitud cobarde y ahora más que antes no tolero la cobardía. No se puede vivir escapando porque dejas de vivir. 
   Las mentiras son a mi criterio una de las ofensas más grandes, y dudo que se pueda volver de eso si se trata de mentirle a otro, si se trata de mentirse a uno mismo, es una de las peores faltas de respeto que se puede tener para con uno, una muestra más de cobardía. 
   Necesitamos un hogar, un lugar en donde ser nosotros mismos y encontrar paz, tenemos que dejar de correr, tenemos que encontrar la estabilidad y escapar de tanta contaminación. Tenemos que quemar las fotos y los uniformes viejos, tenemos que tejer con nuestras manos aquello que nos va a cubrir. Tenemos que creer que se puede lograr algo más que nuestra realidad quiere permitirnos, tenemos que volver a caer en la utopía para que cuando nos bajen de una palmada no nos sumerjan la cara contra el barro. Tenemos que buscar lo inalcanzable. 
  No se si estoy muy errada, se que no hago todo bien, pero tampoco todo mal. Se que acabo de vomitar cosas que pienso que a pocos le deben importar, pero creo que hablo de algo importante aunque muchos ciegos no quieran ver. 

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