miércoles, 23 de noviembre de 2011

viajar a los deseos

   El sol ha caído, las luces artificiales se apoderan de las calles, los automóviles se mueven a diferentes velocidades en el entorno, eleva la mirada y los edificios son pasajeros de un paisaje que se desvanece metro a metro. La urgencia que suplica el descanso con frecuencia es obstaculizada por el color rojo estacado en las esquinas. Suspiran otras bocas despreciando la demora con expectativas de que el aire que brota de sus pulmones empuje al móvil que los aproxima a su destino. 
  Los pies oprimidos en el calzado, ansiosos por caminar. Una de sus manos sostiene la cabeza como si fuera a caer y rodar por el piso, la incomodidad del asiento obligaba a mantener los ojos abiertos hacia afuera y recorrer lugares que antes fueron escenarios de su historia. En ese momento solo los veía pasar, rápidamente y de lejos, sin intenciones de detenerse. Llevaba puestos los auriculares, que protegían sus oídos de palabras mediocres, pero las voces que penetraban directamente en sus sentidos presagiaban otra caminata nocturna, entre reflexiones y recuerdos, que empezaban a hacerse presentes. 
   Minutos después olvida la existencia del suelo y se pierde en el aire, proyecta deseos en él, se abren las fronteras entre lo concreto y lo imaginario, una película que pretende ser real se manifiesta y su cuerpo levita por un largo sendero hasta los confines de su mente, en un sitio en donde no tienen lugar ningún tipo de explicación científica. Sus ojos ahora brillan más, reflejados en un vidrio se ven cansados, pero ávidos y expectantes de que esa irrealidad se haga parte de sus días. Han pasado las horas, han pasado los días y sigue siendo la mañana después. 






"Que aprenderás a vivir de acuerdo a lo que sientas"


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