sábado, 7 de abril de 2012

mutando el cielo

   Parecía detenido el tiempo aquella tarde, a lo lejos el horizonte extinguiendo el sol, lo invitaba a acercarse para satisfacer su curiosidad ante tal majestuosa belleza. Quería echarse a correr entre las flores, sentir la brisa chocándole la piel con su frescura, pisar descalzo la tierra fértil que le preparaba el camino hacia ese ocaso que se dibujaba ante sus ojos. Se sentó en la hierba, simplemente a contemplar, sus manos como raíces se enterraron en el suelo y le contó historias al viento. Allí en la solitaria tranquilidad anheló que sus palabras atravezaran las fronteras, pero cuanto más grande el deseo, más profundo sus manos se hundían en la tierra, sujetando las firmes raíces de los árboles que crecían cerca. 
   Impetuosa la belleza que imperturbable sonreía más adelante, ese sol radiante que ya no le quemaba los ojos, se dejaba observar con una luz tenue pero intensa, se alejaba dejándole el mejor de los recuerdos y una mueca de satisfacción en los labios que sólo abrió cuando su respiración temblorosa, ya no pudo alterar el paisaje. Pronto, llegaría la noche. 





2 comentarios:

  1. Me gusto tu texto, es refrescante dejar todo el trabajo a los sentidos. Nada como sentir el viento. Besoos

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  2. Gracias señor, un placer que le haya gustado

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