martes, 19 de julio de 2011

   Un día frío y lluvioso como pocos, el viento sacudía todo a su paso, las aves habían abandonado el cielo, las gotas golpeaban su cara, los charcos desviaban el camino de aquellos que por una razón u otra, ya no estaban bajo la protección de su hogar. El sol no daba señales de existencia, el paisaje gris claro permitía tener los ojos bien abiertos para observar el panorama. 
   De pie en el andén de una estación de trenes en el sur, con la gente observando la forma en que su vestimenta era acaparada por el agua que caía incesante en el cielo. 
   Se remontó hacia atrás en su mente sin poder explicar las oportunidades en las que huyó de la satisfacción que estaba sucediendo. Puede ser que el frío lo halla impedido o el intento de conservar la buena presencia para dirigirse a un lugar.
   hoy no tenía frío, el fuego que crecía en su interior abrigaba su pecho, encendía su alma constantemente, y la lluvia llegaba como para darle equilibrio, otorgándole una sensación inmensa de tranquilidad. La tranquilidad de no reconocer lo que alguna vez limitaba sensaciones, la tranquilidad de saber que esta vez la iba a disfrutar.





2 comentarios:

  1. Mmmm... puede que el ejercicio sea malo y por eso nadie pueda hacerlo? jaja.

    Dale... por acá o por que vía?

    Amo los días lluviosos y grises... cada día los amo más... Siempre y cuando uno no trabaje. Pero como ya sabés... existo más en la oficina que en mi casa jaja.

    Un beso grande... y bien después un abrazo jaja

    Cuidate y espero con ansias el ejercicio.

    Jonatan

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  2. Jajaja, se realiza de forma personal y no tiene respuesta exacta, depende de quien lo esté haciendo... y aún así se pierden. Pero bueno, queda establecido el desafío jaja

    Beso!

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