domingo, 10 de julio de 2011

sombra y luz (segunda parte)

   Después de algún tiempo, varias lunas llenas habían pasado. De frente a la misma ventana que esta vez mostraba un cielo vacío y en el suelo, las hojas del otoño ya no estaban arrojadas. Dentro, su cuerpo recostado en la penumbra y a su lado como siempre, la sombra en aquella habitación que ya no tenía la puerta cerrada.
   Unas lunas atrás había decidido salir de la habitación y recorrer el mundo junto a su compañera, ella siguió sus pasos a donde quiso ir, ya sea bajo el brillante sol del día o la oscuridad de la noche, no existían fronteras ni paredes que la detuvieran, simplemente no e alejaba de su lado. Pudo observarla con detenimiento, la vio mezclarse con otras sombras en las multitudes, tomar distancia de otras que solían acercarse, la vio fundirse de tanto en tanto con formas que crecían en las noches, chocar con algunas que luego la dejarían en el piso, pero lógicamente luego se levantaba para no perderse en el camino. 
   Nostálgica y opaca, pero no por ello menos hermosa, su contra parte vagaba en su entorno, sin paz y asechando cada movimiento. Aprendió a verla en diferentes estados y a no desvalorizarla más allá de lo que determinaba su naturaleza. Su cuerpo y mente comenzaban a proveerle un dejo de calma que claramente llegó a transmitirle a su compañera, de todas formas sus deseos de verla brillar no descansaban. 
   Con desconcierto, la observó temblar sobre una pared blanca, justo cuando recordaba una noche en la que su sombra desaparecía a merced de otra que tenía el poder de, cada vez que aparecía, lograr que ella fuera clara y majestuosa, imponiéndose de forma tal que la visitante notara su presencia y la exigiera a su lado. La vio temblar mientras pensaba que quizás dependía de que quisiera volver esa impredecible figura para que pueda avasallar y tomar lo que estaba esperando. 
   La vio temblar hasta que tomó distancia de esa pared y contempló su grandeza, esa que le rebeló que nada debía esperar, podía salir a tomar lo que quisiera. 

2 comentarios:

  1. "...Le reveló que nada debía esperar, podía salir a tomar lo que quisiera".

    Fuertísimas las últimas palabras...

    Hacía tiempo que no escribías y me gustó mucho leerte... es Dafne en su plenitud y eso me encanta.

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  2. Un texto clásico de Dafne no? Volvieron las ganas de escribir... te ganaste el manuscrito Jonatan! jaja

    Gracias como siempre, un abrazo como siempre, y un beso. Buen comienzo de semana.

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