sábado, 23 de julio de 2011

enseñame a desconocer

   Daba vueltas dentro de un parque de diversiones en el que se encontraba desde muy temprano, muchas luces parpadeaban cerca, gritos de terror, risas, canciones sin sentido que se repetían sin cesar. Daba vueltas chocándose gente que aparentemente se divertía en ese lugar, se aturdía, el aire estaba viciado de humo y olores de todo tipo, tanto bullicio concluyó en su inminente partida. 
   Sentía el pecho asfixiado, sus pasos acelerados con el único fin de huir se disponían a alejarse de esas formas que atacaban con su presencia, no quería verlas, desvió su mirada al piso y siguió su camino. Sin embargo, algo le impidió continuar, levanto la cabeza y justo frente a sus ojos se encontraba aquel antiguo juego con pequeñas estructuras unidas para formar algo más conocido como la vuelta al mundo. 
   No dudo en tomar algunas monedas y pagarle a la persona que pronto le daría acceso a sentarse en una estructura metálica que se balanceaba con cada movimiento y que prometía tomar distancia de aquello que perturbaba. El viaje comenzó lentamente, el metal rugía y empezó a elevarse al caer la noche. Cada vez más cerca de la cima, se aferró con las manos al asiento sin poder disimular el miedo que se acrecentaba en cada minuto, cuanto más alto subía más altas eran las posibilidades de lastimarse ante una posible caída, y lamentablemente el susto se encargaba de que ese miedo no le permitiera mover ni un músculo. 
   Finalmente llegó tan alto como se podía y allí la enorme rueda se detuvo. Observó que a su alrededor brillaban las estrellas y por un momento sintió que había alcanzado su objetivo al subir. Dejó de apretar las manos contra el frío metal para poder relajarse y disfrutar de la vista que le ofrecía un increíble espectáculo. Lo que se encontraba en el suelo perdió nitidez y los ruidos que aturdían sus oídos habían desaparecido. 
   En la inmensidad del cielo pudo ver como un ave abandonó su vuelo para posarse a su lado. La estructura en la que se ubicaba se balanceó y por momento sintió nuevamente ese pánico que había atacado su mente algunos metros más abajo, y fue entonces cuando el ser alado le regalo una melodía desconocida, hermosa como pocas y distinta a ninguna otra que halla conocido. Quizás el viento se llevó al miedo o las estrellas iluminaron su oscuridad, pero dejó de percibirlo. La melodía se apoderó de sus oídos, para que esos minutos, nadie sabe cuántos, sean únicos. 
   Repentinamente, la rueda retornó su trayectoria, y empezó a girar para devolver sus pies al suelo, aunque algunos pensamientos quedaron en ese pedazo de cielo con ese ave que invita a volar. 

2 comentarios:

  1. Que lírica que tenes pendeja... cada vez más intensas tus palabras...

    Enseñame a desconocer... pocos sabemos esa frase hormonal... sin embargo está a la vista de todos.

    Esta vez yo te dejo un abrazo jajajaja...

    Histeria, Tv, Canción de Moda jajaja.

    Un beso enorme Daf!!

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  2. Mucha gracias! Me inspiré al final. La frase es genial, viene de una canción cargada de emociones, y César la expresa como nadie más podría hacerlo.

    Gracias por el abrazo... aunque no pudiste con tu genio y mandaste un beso más abajo jajajaja

    Que empieces una excelente semana!
    Abrazo grande y beso para vos

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