En ocasiones invitaba gente a su hogar, amigos que venían desde lejos o quizás de la misma isla y conocían su vivienda desde que era una pequeña casa, no se preocupaba mucho de cómo pudiera lucir el castillo en esas ocasiones. Prestaba más atención, cuando algún extranjero se hospedaba, trataba de que se sintiera cómodo, y de que pudiera admirar la belleza que el veía en su hermoso palacio.
Pasaron los años, y lo que antes era tierra húmeda ahora era árida, los inviernos lo atacaban cada vez con más fuerza y ya no venían muchas visitas. Fue entonces, cuando un día simplemente, la niebla desapareció.
Giró alrededor de su cuerpo observando lo que yacía a su alrededor. Para su pesar, no había un palacio frente a sus ojos. La desaparición de la niebla le permitió ver un grande, pero frágil castillo de naipes. Los años transcurridos no le dejaban recordar con claridad pero probablemente había posicionado su hogar en la niebla por alguna razón. El piso ya no era firme, ni tampoco los pilares, ahora caminaba con cuidado ya que no había nada que oculte su lugar, sabía que no había adornos, ni columnas... ahora una pisada fuerte o el simple correr del viento podrían derribar su débil y solitario castillo de naipes.
Acaso el resto del mundo había podido notarlo desde afuera? La niebla habrá podido tapar las afueras del castillo en dónde vivía ese corazón, o sin darse cuenta siempre había estado expuesto? Lo cierto es que la niebla había desaparecido dejando sólo los espacios vacíos que estaba destinada a cubrir, rincones solitarios llenos de telas de araña, puertas que nunca habían sido abiertas... pero sobre todo un frágil, enorme y solitario castillo de naipes que debía aprender a cuidar.
Muy linda historia...
ResponderEliminarSiempre los castillos nacen siendo naipes... luego hay que reconfortarlo... nunca mejor dicho...
En todo sentido.
Un beso grande!!
Muchas gracias muchacho!!
ResponderEliminarIgual, sinceramente no me gustó como quedó jaja... la idea está pero se podría haber escrito mejor. Me puse autocrítica.
Buena reflexión, un beso enorme para vos